martes, 16 de junio de 2020

Cachimba en pandemia. CAMILA HOLGADO VARGAS, universitaria y sus contradicciones y aseveraciones en tiempos del COVID-19

¿Alguna vez te imaginaste empezar la universidad de manera virtual?
Al menos yo, no.  Y esta es mi experiencia personal de cómo inicié mi vida académica universitaria en un contexto 100% virtual en pleno siglo XXI y de cómo hago para lidiar paralelamente con la situación de emergencia actual.
¿Cómo estas pasando esta coyuntura?, ¿todo bien, mal o más o menos?
Por mi parte, siento que mi vida no ha cambiado muy radicalmente, al menos no, como otras personas para quienes su vida ha dado un giro de 180 grados. Cada día me despierto y levanto, me aseo, estudio, me alimento y duermo.
Adaptación y organización
Jamás imaginé empezar mi vida universitaria de manera virtual; pero, adaptarse a este medio no ha sido tan complicado para mí por tres razones importantes:
Primero, tengo el privilegio de contar con un techo y comida, cuidado elemental y los favores del servicio de un internet económico, todo gracias a la esforzada labor que realiza mi madre, heroína y profesora de tiempo completo.
Segundo, en este entorno y tiempo he aprendido a manejar las funciones y herramientas informáticas que son consideradas hoy como básicas.
Tercero, la universidad, como entidad licenciada, nos brinda herramientas de estudio remoto como el aula virtual, el correo institucional con el beneficio del Office 365 (esto es muy importante porque puedes acceder de forma gratuita, para quiénes entienden, no hay forma de ir a la Av. Wilson) y, el Zoom para poder asistir y cumplir con nuestros horarios y sesiones de clase. Por ello, no hace falta resaltar que estos últimos componentes están en pleno desarrollo y, por lo tanto, siempre puede haber fallas y errores mientras los utilizamos. ¿Mejorarán? Considero que sí y esto es sólo cuestión de tiempo.
Por otra parte, no tengo ninguna experiencia previa sobre cómo es una clase universitaria presencial porque empecé directo con las ya mencionadas famosas clases virtuales. Para mí, tienen ventajas, como la autonomía de aprendizaje, propiciar la disciplina, responsabilidad y la flexibilidad de los horarios sumado el acceso a más información. Por supuesto, también tienen desventajas porque dependemos de la señal y a estar “conectados” la mayor parte del tiempo. Quizá esto último, algunos no lo vean como un problema y está bien, cada uno tiene sus estilos. Para mi, sí es crítico estar casi todo el día frente al ordenador, ya que, a la larga, puede causar problemas oculares, cansancio mental, afecciones a la columna y la dependencia extrema a las nuevas tecnologías.
Además, recordemos algo: ¿dónde estamos? En casa y en el hogar también hay deberes que hacer. Ya sea que vivas solo(a) o con tu familia siempre existirá algo que termine distrayéndote en ese espacio; dicho en otras palabras, tarde o temprano alguien va a pedir tu ayuda, así, los quehaceres y la interacción hogareña cobran también más protagonismo en nuestras vidas.
En cambio, antes, al menos desde mi experiencia en el colegio, cada día nos encontrábamos con nuestros compañeros, charlábamos y estudiábamos en un espacio creado para ese fin. Los profesores nos dictaban sus clases y todo parecía más sencillo. Ahora, nuestro lugar de trabajo puede tener dos presentaciones: un lugar improvisado (la mesa del comedor, el jardín, el techo, la cama) o un lugar habilitado (una habitación cuyo principal objetivo es inducir al estudio, equipado con un escritorio, estantes con libros para consultas, una computadora de mesa o una laptop y lo que yo considero que es lo más importante: luz natural).
Ademas, en el aula virtual, existen una y mil novedades; entre ellas, por ejemplo, los cursos con las tareas y sus fechas límite que pueden llegar a estresarnos si uno no logra organizarse bien, sobre todo cuando algunas tareas coinciden en el tiempo. Empero, hay un sinfín de aplicaciones para la organización temporal y laboral que he descubierto y/o me han sugerido: Trello, Overnote, Wunderlist, Microsoft To Do, Google Keep, Do it (Tomorrow), HabitRPG-Habitica, Slack y Toggl. Con estas podemos gestionar nuestros tiempos de manera sumamente eficaz y hasta podríamos enfocarnos a incrementar nuestra productividad.  Por otro lado, si intentamos desconectarnos un poco y elegimos volver a las agendas o a un ultrapersonalizado y hermoso Bullet journal, son también opciones buenas.
Por todo lo mencionado, puedo afirmar que la organización en mi vida pasó de un segundo plano a uno principal. Todos los fines de semana, aparte avanzar con algunas tareas, lo que suelo hacer es sentarme por una hora y organizar mi semana siguiente; para esto en el momento vengo utilizando la aplicación Trello. ¿Cuál es la más ideal para ti?, depende mucho de tu persona, pero recomiendo tener al menos una forma o aplicación de organización.
Relajación
Por último, para mí la relajación es algo que no debemos dejar de lado, sobre todo en esta coyuntura. Existen muchas técnicas de relajación que uno puede conocer y ponerlas en práctica si sabemos organizar nuestros tiempos, ya sea leer, ver películas, jugar, bailar, practicar yoga, hacer pilates o aprender a respirar de manera correcta.
Cada persona tiene una manera distinta de relajarse, pero lo más importante, eso sí, es pasarla bien y sanamente, a pesar de las circunstancias. Y, sobre todo, que la actividad que asumas te relaje. Lo que yo suelo hacer es dormir (me encanta), cocinar o hacer repostería con mi madre y mi abuela, escuchar música, jugar con mis mascotas, ver animes, jugar PlayStation, bailar, cantar, leer un buen libro, comics, mangas o hablar por redes sociales con mis amigas. El punto es que hay muchas maneras de relajarnos, sólo hay que darnos la oportunidad de ser felices y hacer felices a los demás.
Antes y después del 16 de marzo de 2020
La vida ha cambiado mucho desde el 16 de marzo del 2020; el simple hecho de no poder salir a la calle ha afectado a muchas personas; por ejemplo, en un principio las noticias anunciaban que había más detenidos que enfermos en el hospital, ¿qué demostraba esto? Pues, en algunos, necesidad y en otros, irresponsabilidad.
Hoy en día, a la octava semana de cuarentena, la situación sigue crítica en todo el país, pero, tímidamente los ciudadanos nos vamos dando cuenta de la verdadera realidad en la cual habíamos vivido todo este tiempo. Por ejemplo, estamos reconsiderando que la educación es importante y con ella el sistema de salud, que los mercados son focos latentes de contagio y se están vigorizando los protocolos de seguridad (pases laborales y vehiculares, filas con distancias considerables entre persona y persona, lavados de manos y limpieza antes, durante y después de salir a la calle, etc.).
A veces me pregunto: ¿volveremos a nuestras vidas “normales”? Tal vez, pero no creo que vuelva a ser como antes. Este es nuestro presente y creo que debemos adaptarnos ante esta situación; aceptarlo nos va a ayudar emocionalmente. Considero que, si aún nos quedamos pensando sobre lo que fue nuestra vida antes de la cuarentena, estaríamos perdiendo nuestro tiempo; son gratos los recuerdos, pero es mejor vivir el presente que el pasado. Alguien me dijo que en esta vida no se vive una sola vez, sino que se muere una sola vez, pero que vivimos cada día.
Todo lo que he contado se resume a una palabra: resiliencia. Seas cachimbo, estudiante de inicial, primaria, secundaria. Recuerda que esta situación es nueva para todos y estamos aprendiendo juntos.
Camila Holgado. Estudiante de primer año,15 de Junio 2020